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Cлово "FIODOROVITCH"


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1. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo IX. El diablo. Visiones de Ivan Fiodorovitch
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2. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capítulo IV. El himno y el secreto
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3. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capítulo VIIIi. Tercera y última entrevista con Smerdiakov
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4. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo VI. Primera entrevista con Smerdiakov
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5. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo primero. En casa de Gruchegnka
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6. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo II. El pie hinchado
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7. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo VII. Segunda entrevista con Smerdiakov
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8. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capítulo X. "El me lo ha dicho"
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9. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo III. Un diablillo
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10. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Cantulo V. Esto no es todo
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11. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Segunda parte. Libro VI. Un religioso ruso. Capitulo II. Biografía del starets Zósimo, que descansa en el señor, escrita, según sus propias palabras, por Alexei Fiodorovitch Karamazov
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1. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo IX. El diablo. Visiones de Ivan Fiodorovitch
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Часть текста: visitado al médico traído de Moscú por Catalina Ivanovna. Éste, después de escucharlo y reconocerlo, diagnosticó un trastorno cerebral, y no se sorprendió de cierta confesión que el paciente le hizo contra su voluntad. -Las alucinaciones -dijo el doctor- son muy posibles en su estado, pero hay que controlarlas. Además, debe cuidarse mucho. De lo contrario, se agravará. Pero Iván Fiodorovitch desoyó este prudente consejo. "Todavía tengo fuerzas para andar -se dijo-. Cuando caiga, que me cuide quien quiera." Dándose cuenta, aunque de un modo vago, de que sufría una alucinación, miraba con obstinada fijeza aquello que estaba en el diván de enfrente. Era un hombre que había aparecido de pronto. Sólo Dios sabía cómo y por dónde había entrado, pues no estaba allí al llegar Iván después de su visita a Smerdiakov. Era un señor, un caballero ruso qui frisait la cinquantaine, de cabello largo y espeso que empezaba a encanecer y barba puntiaguda. Llevaba una chaqueta de color castaño, de buen corte, pero anticuada: hacia tres años que había pasado de moda. La camisa blanca, su largo pañuelo de seda, y todo en él hacía pensar en el hombre distinguido y elegante. Pero la camisa, vista de cerca, no aparecía tan limpia como vista a distancia, y el pañuelo estaba bastante desgastado por el uso. El pantalón a cuadros le sentaba bien, pero era demasiado claro y estrecho, o sea pasado también de moda. Lo mismo podía decirse de su sombrero de fieltro, blanco a pesar de la estación. Su aspecto, en fin, era el de un hombre distinguido, pero falto de desenvoltura. Parecía ser uno de aquellos terratenientes...
2. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capítulo IV. El himno y el secreto
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Часть текста: Aliocha llamó a la puerta de la cárcel. Anochecía, pero él estaba seguro de que le permitirían entrar. En nuestra pequeña ciudad ocurría lo que ocurre en todas. Al principio, una vez instruido el sumario, las entrevistas de Mitia, tanto con sus familiares como con los demás visitantes, se celebraban con arreglo a las normas establecidas. Pero pronto se exceptuaron de estas formalidades a algunos de los que iban a verlo asiduamente. Éstos llegaron a poder conversar con el preso sin trabas de ninguna índole. Bien es verdad que eran sólo tres los que gozaban de estas licencias: Gruchegnka, Aliocha y Rakitine. El ispravnik Mikhail Makarovitch miraba con buenos ojos a Gruchegnka. Estaba arrepentido de la dureza con que le había hablado en Mokroie. Después, cuando estuvo bien informado de todo, su juicio sobre la joven había cambiado por completo. Por otra parte, aunque parezca extraño, aun estando seguro de que Mitia era culpable, lo trataba con cierta indulgencia desde que estaba encarcelado. Se decía: "Tal vez no tenga mal fondo; puede ser que el alcohol y la disipación lo hayan perdido." En su alma había sucedido la piedad al horror. El ispravnik tenía gran afecto a Aliocha, al que conocía desde hacia mucho tiempo. Rakitine, otro de los que visitaban con frecuencia al preso, tenía gran amistad con las "señoritas del ispravnik ", como él las llamaba. Además, daba lecciones en casa del inspector de la cárcel, viejo bonachón, aunque militar riguroso. Aliocha conocía desde hacía tiempo a este inspector, para el que no ...
3. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capítulo VIIIi. Tercera y última entrevista con Smerdiakov
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Часть текста: Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capítulo VIIIi. Tercera y última entrevista con Smerdiakov CAPÍTULO VIII TERCERA Y ÚLTIMA ENTREVISTA CON SMERDIAKOV Se levantó un fuerte viento, idéntico al que había soplado por la mañana, acompañado de una nevada fina, abundante y seca. La nieve caía sin adherirse al suelo, el viento la arremolinaba; pronto se desencadenó una verdadera tormenta. En la parte de la ciudad donde habitaba Smerdiakov apenas había faroles. Iván avanzaba en la oscuridad, guiándose por el instinto. Le dolía la cabeza, las sienes le latían, su pulso se había acelerado. Poco antes de llegar a la casita de María Kondratievna se encontró con un borracho que llevaba un caftán remendado. Iba haciendo eses y lanzando juramentos. A veces dejaba de vociferar para cantar con voz ronca: -Para Piter ha partido Vanka; ya no lo esperaré. Invariablemente, después del segundo verso interrumpía el canto y reanudaba las invectivas. Poco después, Iván Fiodorovitch sintió, sin saber por qué, un odio profundo hacia aquel hombre. Se dio cuenta de ello de pronto. Inmediatamente le...
4. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo VI. Primera entrevista con Smerdiakov
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Часть текста: vuelto a ver dos semanas más tarde. Pero aquella noche hacía más de un mes que no había hablado con Smerdiakov ni sabía nada de él. Iván Fiodorovitch había regresado de Moscú sólo cinco días después de la muerte de su padre y al siguiente de su entierro. Aliocha ignoraba la dirección de su hermano en Moscú y, para darle la noticia, había recurrido a Catalina Ivanovna, la cual había telefoneado a sus padres, creyendo que Iván Fiodorovitch los habría ido a visitar el mismo día de su llegada. Pero Iván no fue a verlos hasta cuatro días después. Entonces había leído el telegrama y regresado a toda prisa. Con el primero que habló del crimen fue con Aliocha, y se asombró de oírle decir que Mitia era inocente y que el asesino era Smerdiakov, afirmación contraria a la opinión general. Después...
5. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo primero. En casa de Gruchegnka
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Часть текста: FIODOROVITCH CAPITULO PRIMERO EN CASA DE GRUCHEGNKA Aliocha se dirigió a la plaza de la Iglesia, donde vivía Gruchegnka, que aquella mañana le había enviado a Fenia para rogarle que fuera a verla lo antes posible. Aliocha supo por la sirvienta que Gruchegnka estaba agitadísima desde el día amterior. Durante los dos meses que llevaba Mitia detenido, Aliocha había visitado con frecuencia la casa de Morozov, unas veces por impulso propio y otras atendiendo a los deseos de su hermano. Tres días después del drama, Gruchegnka cayó enferma de gravedad y hubo de guardar cama durante cinco semanas, la primera sin conocimiento. Gruchegnka había cambiado mucho. Estaba más delgada y había perdido el color. Hasta quince días después de haberse puesto enferma no pudo salir a la calle. Para Aliocha, Gruchegnka estaba entonces más seductora. Durante sus conversaciones con ella, le encantaba que las miradas de los dos se cruzasen. Los ojos de la enferma habían cobrado un matiz de resolución, una expresión serena pero inflexible, que se manifestaba en todo su ser. Entre sus cejas había aparecido un ligero pliegue vertical que daba a su hermoso rostro una expresión reconcentrada y algo severa a primera vista. De su reciente frivolidad no quedaba el menor rastro. Para asombro de Aliocha, Gruchegnka conservaba la alegría de siempre, a pesar de su infortunio -su compromiso matrimonial con un hombre al que momentos después detendrían como presunto culpable de un...
6. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo II. El pie hinchado
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Часть текста: de Khokhlakov y terminar cuanto antes para no retrasar demasiado su visita a Mitia. La señora de Khokhlakov estaba indispuesta desde hacía una semana. Tenía un pie hinchado y, si bien no guardaba cama, pasaba el día en su gabinete, echada en una meridiana, envuelta en una elegante pero decorosa bata casera. Aliocha había observado, con una sonrisa inocente, que la señora de Khokhlakov coqueteaba, a pesar de su enfermedad: lucía lazos, cintas y otros vistosos adornos. Desde hacía dos meses, el joven Perkhotine la visitaba con frecuencia. Aliocha no había ido a verla desde hacía cuatro días. Al llegar se dirigió a las habitaciones de Lise, que el día anterior había enviado a decirle que fuera a verla sin pérdida de tiempo para tratar de un "asunto de gran importancia". Esta visita interesaba a Aliocha por ciertas razones. Pero mientras la doncella iba a anunciarlo, la señora de Khokhlakov, enterada de su llegada, lo requirió "sólo para un minuto". Aliocha consideró que lo mejor era atender en seguida a la madre, ya que, de lo contrario, estaría mandándole recados a cada momento. Tendida en la...
7. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo VII. Segunda entrevista con Smerdiakov
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Часть текста: Smerdiakov había salido ya del hospital. Vivía en aquella casita de techo bajo habitada por María Kondratievna. La vivienda tenía dos habitaciones, y entre ellas un vestíbulo. María Kondratievna y su madre ocupaban una de las habitaciones, y la otra Smerdiakov. Nadie sabía exactamente con qué títulos habitaba el epiléptico en aquella casa. Al fin se supuso que era el prometido de María Kondratievna y que no pagaba alquiler alguno. Tanto la madre como la hija le tenían gran afecto y lo consideraban superior a ellas. Cuando le abrieron la puerta, Iván, siguiendo las indicaciones de María Kondratievna, se dirigió a la habitación de la izquierda, que era la ocupada por Smerdiakov. Una estufa de barro despedía un calor sofocante. Las paredes estaban cubiertas de un papel azul lleno de desgarrones y bajo el cual corrían las cucarachas con un rumoreo continuo. El mobiliario era muy simple: dos bancos a ras de las paredes y dos sillas junto a la mesa, sencilla y cubierta por un mantel...
8. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capítulo X. "El me lo ha dicho"
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Часть текста: ME LO HA DICHO" Aliocha explicó a Iván que, hacia aproximadamente una hora, María Kondratievna se había presentado en su casa para decirle que Smerdiakov se acababa de suicidar. Al entrar en su habitación con el samovar, lo había visto colgado de un clavo. Aliocha le preguntó si había denunciado el hecho, y ella le respondió que no había hablado con nadie antes de verle a él. Temblaba como una hoja. Aliocha la acompañó a su casa y vio a Smerdiakov colgado del clavo. En la mesa había un papel con estas palabras: "Pongo fin a mi vida por mi propia voluntad. Que no se culpe a nadie de mi muerte." Aliocha dejó el papel en la mesa y se dirigió a casa del ispravnik . -Y de allí he venido aquí -terminó, mirando a Iván fijamente. La expresión del rostro de su hermano le preocupaba. De pronto dijo: -Tú estás enfermo, Iván. Me miras como si no comprendieras lo que te estoy diciendo. -Has hecho bien en venir -dijo Iván, pensativo y como si no hubiera oído las últimas palabras de Aliocha-. Sabía que Smerdiakov se había ahorcado. -Por quién lo has sabido? -No lo sé, pero lo cierto es que lo sabía... Ah, ya sé por quién lo he sabido! Me lo ha dicho él. Sí, él me lo acaba de decir. Iván estaba en medio de la habitación, abstraído, con la vista en el suelo. -Quién es él? -preguntó...
9. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Capitulo III. Un diablillo
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Часть текста: lo sabe? -Lo he escuchado. Por qué me mira usted así? Cuando quiero, escucho, pues no hay ningún mal en ello. No voy a pedir perdón por tan poca cosa. -Está molesta por algo? -Nada de eso: me siento perfectamente bien. Hace un momento estaba pensando por enésima vez lo acertada que estuve al retirar la palabra de matrimonio que le di. Usted no me conviene como marido. Si me casara con usted y le pidiera que llevara una misiva a un pretendiente mío, usted lo haría, e incluso me traería la respuesta. Y, cuando tuviera cuarenta años, seguiría sirviéndome de cartero para cartas de esta índole. Y se echó a reír. -Hay en usted algo maligno a la vez que ingenuo -dijo Aliocha sonriendo. -Precisamente porque soy ingenua no siento vergüenza ante usted. No sólo no siento vergüenza, sino que no quiero sentirla. Oiga, Aliocha: por qué no lo respetaré a usted? Lo aprecio mucho, pero no lo respeto. Si lo respetara, no le podría hablar sin avergonzarme, no le parece? -Sí. -Entonces, cree usted que su persona no me inspira vergüenza? -No, no lo creo. Lise se volvió a echar a reír nerviosamente. Hablaba muy de prisa. -He enviado unos bombones a su hermano Dmitri, a la cárcel. Oh, Aliocha! Qué amable es usted! Siempre le querré por haberme permitido con tanta facilidad dejar de quererlo. -Para qué me ha hecho venir? -Para hablarle de un deseo que se ha adueñado de mí. Ansío que alguien me haga sufrir; que se case conmigo, me torture, me engañe y, al fin, me abandone. No quiero ser feliz. -Está enamorada del desorden? -Sí, me gusta el desorden. Quisiera prender fuego a la casa. Me parece estar viendo la escena. Le prendo fuego disimuladamente, sin que nadie lo advierta. Se...
10. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Cuarta parte. Libro XI. Iván Fiodorovitch. Cantulo V. Esto no es todo
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Часть текста: hermano tenía que pasar ante la de Catalina Ivanovna. Vio luz en las ventanas y se detuvo, decidido a entrar, no sólo porque hacia más de una semana que no había visto a la joven, sino porque se dijo que tal vez Iván estuviera con ella, ya que al día siguiente se tenía que juzgar a Dmitri. En la escalera, débilmente iluminada por una lámpara china, se cruzó con un hombre en el que reconoció a Iván. -Ah! Eres tú? -dijo Iván Fiodorovitch secamente-. Vas a su casa? -Sí. -Yo de ti no iría. Está muy agitada y tu visita la trastornará más aún. -No no se vaya, Alexei Fiodorovitch! -gritó una voz desde lo alto de la escalera-. Viene usted de verlo? -Sí, lo acabo de ver. -Y tiene algo que decirme de su parte? Suba, Aliocha. Y usted también, Iván Fiodorovitch. Oye? La voz de Katia era tan imperiosa, que Iván, tras un instante de vacilación, decidió volver a subir con Alexei. -Estaba escuchando -murmuró Iván para sí. Pero Aliocha lo oyó. Y al entrar en el salón, Iván dijo en voz alta: -Permítame que no me quite el...

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